jueves, 29 de mayo de 2008

La llamada.

Me encontré con Juan de nuevo.

Me estaba contando, entre otras cosas, que hace unos días recibió una llamada.

Resulta que Juan lleva tres meses sobrio de una relación tóxica de mas de 3 años, que terminó tan abruptamente como comenzó. Alguien le dijo a Juan: “Oye, el dolor es inevitable, pero sufrir es opcional”, y el lo llevó al pie de la letra, hasta el punto de que ya, a sólo tres meses después, su mente y su corazón estaban muy ocupados en otra persona y en otros asuntos… hasta que recibió la llamada.

Me dice él que estaba en una oficina, por la tarde, haciendo unas diligencias cuando, de repente, sonó su celular.

Juan sintió un brinco en el corazón, y pensó: “es ella!”, tomo el celular, y antes de abrirlo vió el número… no, no era ella. “Bueno, pero quien será?”, pensó Juan, al ver un número que, aún cuando no podía recordar bien, le parecía algo familiar. “Ah, quizás sea una de las que he conocido en estos días”, dijo él para sí, mientras el celular seguía sonando, “Que suene, que no estoy en eso ahora” y optó por dejar que la llamada se cayera.

Al rato, luego de Juan concluir sus diligencias, tomó el cel y llamó al buzón de voz, a ver quien lo había llamado. Honestamente, esperaba oír el mismo mensaje de siempre: “Hola!, te acuerdas de mí?... soy fulanita, solo quería saber como estas y saber si estas bien, me haces falta, bla, bla, bla...”, y cosas así, de chicas que conoció casualmente y que pierden el interés tan pronto como las dejaba de ver, pero… Oh, sorpresa!

Escuchó una voz de mujer muy familiar, que en un tono muy alegre le decía algo muy similar: “hola, Juan, soy yo… (silencio) ...nada, solo te llamaba porque quería escucharte, para saber como estabas..., espero que estés bien, así que... (silencio) ...nada, hablamos después, Bye.” Algo así, según él.

No, no era ella... era su Ex.

Juan me dice que lo que más lo desconcertó no fue la llamada en sí, ni lo que ella dejó grabado, sino lo que sintió luego de escuchar la llamada.

Juan no sintió un brinco en el corazón, ni un malestar en el estomago, ni un suspiro de alegría, ni un esbozo de sonrisa, nada de eso. Por el contrario, lo que sorprendió a Juan es que se sintió molesto con la llamada, y no molesto por el contenido, sino por la llamada misma!. Se sintió igual que si lo hubiera llamado una de tantas que le asedian el celular, por lo que el opta por no responder llamadas desconocidas.

“Que pasó?”, me preguntó Juan, “Yo realmente pensé que la amaba, y que todo ese tiempo juntos no se iba a borrar en un par de meses…”. El realmente pensaba que lo que estaba haciendo era suprimiendo un sentimiento con otro y que, al mínimo contacto con su ex, todo eso afloraría nuevamente… pero no!

Al final se dió cuenta de que su “gran amor” no era más que una gran adicción, como yo le había dicho tantas veces… sólo tenía que alejarse de esa droga por un tiempo prudente, y después que se le pasara el “mono”, vería como esa misma droga había manipulado su vida.

Ahora Juan me dice que se siente como uno de esos fumadores de cigarrillos que, luego de fumarse varias cajetillas al día y no poder estar sin uno encendido, un buen día lo deja y, varios meses después, ya no le hace falta, peor aún, ya el olor a cigarrillo le hiede.

3 comentarios:

Argénida Romero dijo...

Cosas de la vida.

Carolin Guzmán dijo...

Bueno cualquiera diría “que pocos sentimientos” tuvo tu amigo por su ex en el tiempo que estuvieron juntos. Sin embargo lo chulo de todo esto es lo diferente que podemos ser los seres humanos, y es que al igual que él pienso, ¿por qué algo pasado tiene que afectar mi vida? hay que continuar quizás con el recuerdo pero sin que esto nos quite el sueño. Te lo digo porque me ha pasado y sigo durmiendo tan placidamente como siempre.
No se puede sufrir por nadie y es fácil comprobarlo.

Saludos Alex.

@MerlynAC dijo...

la gente cambia! y el tiempo siempre hace su trabajo. Saludos!